Relevancia: Internacional
Clasificación: Inmueble
Vilaxoán es un pueblo marinero, hoy integrado en el Ayuntamiento de Vilagarcía de Arousa. Hacia el año 1900, gracias a la abundancia y exquisitas condiciones de las rías de Galicia; arriban a las costas gallegas los industriales catalanes que, atraídos por las numerosas variedades de pescados y mariscos de las costas gallegas, introducen de nuevo la industria de la salazón. Pronto esta industria deriva en la actual conserva, donde no sólo entran la sardina y la xouba, sino también otras muchas variedades de pescados y mariscos.
Es en el año 1946 cuando surge un fenómeno trascendental para la ría de Arousa que, más tarde continuará extendiéndose por otras zonas del litoral gallego: el cultivo del mejillón a flote. Se lanzan al mar los primeros "viveros flotantes de mejillón", ya que aquí radicaba y radica la industria marisquera del introductor y pionero del artefacto, el Marqués de Aranda y Señor de Rubianes, don Alfonso Ozores y Saavedra. Esta industria proliferó enormemente en toda la ría de Arousa, dando a los polígonos de su instalación, el aspecto de verdaderas escuadras. El período de mayor esplendor comercial, entre 1.798 y 1.850, contabilizó en Vilaxoán cerca de veinte fábricas dedicadas al tratamiento y comercio de la sardina.
Entre los apellidos catalanes que por aquellos años se instalaron en estas costas de O Salnés, cabe destacar los Martí, Pou, Ricart, Tapias, Sabriá, Mascató, y Curt. Vilaxoán fue siempre pionera en todo tipo de negocio por los catalanes, siendo los que entonces eran los ayuntamientos de Vilagarcía y Carril, menos activos, a pesar de la notable importancia del puerto de Carril.
Esa imagen de pujanza forma parte de la historia. Lo que en otros tiempos fueron centros industriales con una febril actividad empresarial, hoy son ruinas: Malveira, Fundiciones Alemparte, Baltar, de Noroeste SA, Mequinsa o Gil, fueron algunos de sus ejemplos. La nave de Peña quedó en manos de Alfageme y luego cerró; o más recientemente Cuca, vendida al grupo vasco Garavilla que trasladó la actividad a O Grove y cerró la fábrica matriz. Las conserveras que operan en la comarca a día de hoy se ubican en Vilanova de Arousa, Carril, Ribadumia y Vilagarcía.
Vilaxoán pagaba a sus marineros un salario de 4 reales y medio por el trabajo de la pesca da la sardina día y noche. El período de mayor esplendor comercial de esta localidad se dio entre los años 1.798 y 1.850, donde se llegaron a contabilizar cerca de veinte fábricas dedicadas al tratamiento y comercio de la sardina. Un siglo atrás, los concellos de Vilagarcía, Vilaxoán y Carril unieron sus destinos. Por aquel entonces, el puerto carrilexo era un referente en Galicia del que salían barcos cargados de emigrantes para América y en el que desembarcaban todo tipo de productos llegados por mar. Todo ello dio lugar al asentamiento en la villa -la primera gallega con línea férrea- de un importante número de fábricas y empresas. La West ubiese sido posible de no existir los avances tecnológicos y logística
La familia Buhigas, al igual que otras catalanas, no solamente desarrolla la industria de la salazón, sino que se dedica también a la importación de otros productos (jabón, aceite, licores, vino, hierro, brea, etc.), y participa de la vida pública. En 1.834, Salvador Buhigas es procurador síndico general en Vilaxoán, representando al resto de las factorías para quejarse ante el gobierno de su Majestad por el elevado precio de la sal. De entre todos los negociantes catalanes que llegaron a lo que hoy es el municipio de Vilagarcía, destacan, con mucho Fidel Curt y Tomás Martí, ambos de Vilaxoán. Entre los apellidos catalanes que por aquellos años se instalaron en nuestras tierras destacan también Pou, Ricart, Tapias, Sabriá y Mascató.
Los conserveros catalanes convirtieron Vilaxoán, a finales del siglo XVIII, en una potencia industrial de primera magnitud, primero con la salazón y luego con la conserva. Esas industrias quedaron posteriormente en manos de empresarios locales que mantuvieron la pujanza durante unas décadas, pero que luego cerraron o vendieron sus fábricas a inversores foráneos que, con el tiempo, demostraron que entre sus intereses no estaba asentarse en la villa.
A partir de 1940, Don Alfonso Ozores, Marqués de Aranda, con su profundo estudio sobre mitilicultura, desarrolla por iniciativa propia varios ensayos para la cría del mejillón a flote, como el uso de empalizadas, hasta que en 1946 se decide por el sistema usado en Barcelona. Eran al principio unas "bateas" rudimentarias, para las que se empleaban cascos de barcos viejos o toneles, pero poco a poco se fueron perfeccionando hasta lograr los actuales viveros metálicos, patentados por una empresa de construcciones metálicas, "Atlántica, S.L..", presente en la localidad marinera. Muy pronto, esta industria se extendería por las demás rías gallegas, dando lugar a la leyenda: "Si un negocio le marcha bien al vecino, a montar otro igual...". Sin embargo, el interés y las circunstancias del negocio de los conserveros, sumados a la miseria y a la vista gorda de las autoridades de postguerra en cuanto a la extracción de moluscos de las playas, llevaron a una etapa de explotación sin límites de los recursos marisqueros. Tras la Guerra vinieron décadas de aprovechamiento descontrolado porque las penurias llevaron al marisqueo masivo, animado por la demanda de la industria conservera, y facilitado porque las autoridades encargadas de controlar el respeto a las vedas o el marisqueo furtivo se mostraron impotentes o prefirieron mirar hacia otro lado.
Gracias al cooperativismo, el intenso movimiento industrial y comercial del mejillón junto con la nueva normativa sobre sanidad del marisco para exportar, deriva en la instalación de dos depuradoras en el puerto, una de ellas la más importante de Europa. Se montaron también interesantes cetáreas, que hacen factible el que, en cualquier época del año, se puedan saborear los exquisitos mariscos de la ría, ya que el mar sigue fomentando industrias, y así, hace años, surge la importante "Compañía Industrializadora del Bacalao", que distribuye, con constantes demandas sus productos por toda la geografía española y extranjero.
Hoy, los lugareños apenas pueden recordar aquel esplendor viendo las ruinas de la conservera Malveira. Nada queda de lo que fue Fundiciones Alemparte, de la conservera de Baltar, de Noroeste SA, de Mequinsa o de Gil. Como honrosa excepción que confirma la regla, sigue trabajando Fundiciones Rey, que dio sus primeros pasos en Carril, aunque ahora tenga la fábrica en Rubiáns. De aquella pujanza de antaño no quedan ni los restos, porque en los solares que antes ocupaban las industrias se levantan ahora urbanizaciones residenciales. La nave de Peña, que quedó en manos de Alfageme y luego cerró, o más recientemente Cuca, vendida al grupo vasco Garavilla que trasladó la actividad a O Grove y cerró la fábrica matriz. Como símbolo de aquel esplendor que hoy es ruina quedan las desnudas piedras de la Atlántica, que en la Segunda Guerra Mundial fue una moderna y pionera fábrica química.
Vilaxoán es una localidad del municipio del Vilagarcía de Arosa, en la provincia de Pontevedra. Ha destacado desde hace muchos años por su industria de las conservas y por conservar, a día de hoy, el Pazo de Sobrán y el Pazo de O Rial.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, Vilaxoán era un ayuntamiento propio y fue alcanzado por los empresarios catalanes para crear salazones (donde utilizaban la técnica de la salazón para conversar alimentos durante más tiempo) y para crear fábricas conserveras. Sin embargo, en 1913, Vilaxoán se unió a Vilagarcía de Arousa y perdió tanto empresas como su propia condición de administración local.
Vilaxoán contaba con empresas como Conservas Peña, que perteneció al grupo Alfageme, la conservera Costas y Miñán y, Atlántica S.L. Actualmente, se encuentran abandonadas y son propiedad de la Consellería de Economía.
ES_ Ría de Arousa
Puerto / Fondeo / Playasin datos del puerto
Localización
Vilagarcía de Arousa
(Pontevedra)
España
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