Relevancia: Internacional
Clasificación: Natural
En Galicia hay una isla donde un bosque huele a laurel y marisco, sus bancos de arena aportan las almejas, los berberechos o las navajas; y el terreno, el laurel necesario para aromatizar tan sabrosos productos del mar. Se trata de la isla de Cortegada, llamada Corticata por los romanos, primeros asentamientos en colonizar el islote, de los que se obtiene documentación y vestigios históricos. En su haber, árboles centenarios esconden prados y tierras que fueron cultivadas en otro tiempo, una ermita; y un cruceiro que contempla la desembocadura del Río Ulla. Su tupido bosque de laurisilva, es el más grande de toda Europa.
El valor natural de este terreno situado en el interior de la Ría de Arousa, viene condicionado por unas condiciones climatológicas específicas, más propias de ubicaciones meridionales que del Atlántico. Favorecen la humedad y el desarrollo de un sotobosque con especies únicas de hongos, paraíso de los micólogos. Con dos fuentes de agua propias que emanan de sus tierras, la costa de su perímetro, es bañada por el estuario del Ulla.
En Cortegada podemos contemplar la capilla y el cruceiro. Si nos desviamos a la izquierda, nos elevamos en un pequeño outeiro, un lugar que recibe el nombre de A Torre; con lo que no resultaría extraño que ahí hubiese existido una pequeña fortaleza. Su cruceiro se yergue frente al antiguo monasterio de Cortegada, junto al litoral de la isla. Se trata de una de las de mayor envergadura conformando un archipiélago que, cuenta con otras islas como las Malveiras o las Briñas. Cuando baja la marea emerge de las aguas el antiguo “Camiño do Carro”, un sendero que permite acceder a pie a la isla, utilizado en otros tiempos para transportar cargas.
Hasta el siglo XX estuvo habitada por colonos que labraban sus tierras y pagaban rentas al Pazo da Golpelleira. Todavía quedan restos de sus casas entre la frondosidad de la vegetación, una casona del siglo XIX, cuadras, pozos y un hospital construido en el siglo XVII, reutilizado como lazareto.
El valor natural no ha sido el predominante en el desarrollo de la isla de Cortegada, cabe señalar el importante valor cultural e histórico que, marcaron su impronta y en lo que se ha convertido a día de hoy. Sus primeros habitantes documentados fueron los romanos quienes llamaron a la isla Corticata, de la que recibe la designación con la que cuenta actualmente. Mencionada en el siglo I por Plinio de esta manera, la historia ha pasado por ella dejando multitud de huellas. Los romanos dejaron en sus inmediaciones vasijas que permitieron datar su estancia tal y como se recoge en diversos documentos, un monasterio en la Edad Media ocupó un terreno donde ahora sólo queda una iglesia y un crucero. En la Alta Edad Media se instalaron los normandos, y también los musulmanes, con el fin último de atacar Compostela. La isla se convirtió en punto estratégico de descanso y avituallamiento para asegurar sus naves y no hacer peligrar la vuelta a casa con la carga de tesoros compostelanos. La elección de este campamento no fue aleatoria; a escasos kilómetros se encontraba el Castellum Honesti de Catoira que, con sus Torres del Oeste, era el fuerte más importante de todo el sistema defensivo arousano; defensa de la capital gallega.
Más tarde, ya en el siglo XIV, se instala una ermita, la de la “Virgen de los Milagros”, encomendada a librar a los habitantes de la zona, de la peste negra que asolaba Galicia. Es por ello, por lo que encontramos muy próximo a los puertos de Carril y Vilagarcía un hospital- lazareto que data de finales del siglo XVI. La ermita de “Nosa Señora de Cortegada”, se encuentra hoy en estado ruinoso, manteniendo todavía el blasón del arzobispo de Santiago, Fernando de Andrade y Soutomaior; y coronando la puerta principal.
Junto a la ocupación religiosa, y gracias al agua dulce que nacía en la isla, se fue estableciendo una aldea de la que aún se mantienen en pie las paredes de muchas viviendas, así como lagares, muelas de molino o los pies de algún hórreo. Los habitantes de la isla de Cortegada tenían entre sus actividades económicas la pesca, el marisqueo, la agricultura y ganadería. Por eso, el paisaje de la isla por aquel entonces, y hasta el momento del abandono, distaba mucho de lo que hoy en día podemos contemplar.
El escaso arbolado y los cultivos minifundistas, predominaron en la isla hasta comienzos del siglo XX, momento en el que se produce el abandono de la isla, con el cambio de la propiedad. A finales del siglo XIX comienza a lanzarse la idea, no desinteresada, de construir un Palacio Real en la costa gallega, compitiendo con otras ciudades de la península. La intención era conseguir convertir Vilagarcía en una gran ciudad-balneario, por lo que se considera seriamente el hecho de donar la isla de Cortegada a la monarquía, para su residencia estival. La donación que se realizó en 1907 a nombre de Alfonso XIII, provocó que sus vecinos tuvieran que abandonarla para finalmente caerse el plan urbanístico de la corona, ya que el rey había edificado el Palacio de la Magdalena en Santander. El pueblo se quedó sin sus tierras y el monarca se hizo con un islote que apenas utilizó como coto de caza en alguna ocasión.
La isla volvió a ser de dominio público durante la II República, regresando de nuevo a la familia real, durante el franquismo. Juan de Borbón la vendería posteriormente a una inmobiliaria con intención de construir un puente, hoteles, chalets y hasta un auditorio; planes truncados por la ley de costas y la presión social ejercida por sus vecinos. En el año 1989 nace la Comisión Ciudadana Pro- Cortegada, con el fin de reivindicar su uso público y la memoria de sus vecinos, estafados. En 2007 es adquirida por la Xunta de Galicia, y vuelve a ser de dominio público.
Con una superficie de 191 hectáreas (43,8 terrestres y 147,2 marinas) cuenta con varias playas, una de ellas algo pequeña cuando sube la marea. Metros más adelante se pierden de vista las dos islas Malveira: Grande e Pequena, que albergan el primer cruceiro del Vía crucis fluvial Xacobeo que se extiende hasta Padrón. Por cierto, único en el mundo. A los 900 m de la salida, el visitante se halla en medio del bosque de laureles más alto de Europa. El siguiente punto de interés es el segundo cruceiro. Con Carril al frente se llega así al mayor arenal de la isla, para adentrarnos en una zona boscosa en la que se recomienda no abandonar nunca el sendero. Ante los ojos, la aldea abandonada, fantasmagórica, irreal. Y, dejándola atrás, lo que queda en pie de los hórreos y almacenes. Como referencia, un embarcadero del que partían hacia la costa, atravesando el estuario del Río Ulla y divisando a un lado Carril y al otro Vilagarcía.
La Illa de Cortegada es una pequeña isla gallega situada en la provincia de Pontevedra. El archipiélago Cor-tegada está formado por esta isla y por otros grupos de islas, las Islas Malveiras y las Islas Briñas. Cortega-da, es la más grande de ellas. En su bosque destaca el laurel y el marisco. De hecho, los mariscadores de la Ría de Arousa aprovechan su localización para recoger estos productos.
En la isla se pueden realizar dos rutas circulares que parten de las ruinas de la ermita de la Virgen de los Milagros, datada del año 1652. Posteriormente, se realizó un hospital-lazareto cerca de la capilla para los numerosos peregrinos que realizaban peticiones a la Virgen. Además, se encuentran los restos de una antigua aldea, la cual estuvo habitada hasta la donación de la isla al rey Alfonso XIII, en 1910.
El río Deza es uno de los mayores afluentes del río Ulla y ambos ríos son los que sirven para limitar las provincias de A Coruña y Pontevedra. El tramo final del río Ulla forma una amplia ensenada con zonas de marisma y arboleda que nos ofrece unas vistas a un paisaje espectacular.
ES_ Ría de Arousa
Puerto / Fondeo / PlayaPantalán Isla Cortegada
Localización
Vilagarcía de Arousa
(Pontevedra)
España
Natural
Servicios
En barco privado:
Puede visitarse todo el año pero es preciso tener el permiso de navegación y el permiso de fondeo expedido por el Parque.
Accesos a pie: Sí
sin información
Horariossin información